Continuando con nuestra breve explicación sobre instalaciones fotovoltaicas, y habiendo expuesto el funcionamiento de las mismas, no podemos dejar de hablar del inversor, ese aparato al que familiarmente le podemos llamar el “cerebro” de la instalación fotovoltaica, ya que es el que gestiona la distribución de la energía.
En el mercado existen varios modelos y tipos de inversores y el adecuado dependerá del tipo de instalación de las placas en nuestra vivienda o negocio.

– Instalación aislada. Es aquella vivienda en la que no hay ninguna conexión a la red eléctrica.
Este tipo de instalación necesita baterías o acumuladores de energía para que haya corriente eléctrica en la vivienda cuando las placas fotovoltaicas no produzcan energía. Su funcionamiento es el siguiente: Las placas producen energía. Esa energía llega al inversor y éste convierte la tensión a 230 voltios y alimenta eléctricamente nuestra vivienda. La energía generada por la placa y no consumida por la vivienda, el inversor la va acumulando en la batería. Cuando las placas dejan de producir energía, por ejemplo, al llegar la noche, el inversor proporciona la energía acumulada en la batería a la vivienda.
– Instalaciones fotovoltaicas conectadas a la red. Es aquella vivienda en la que el inversor está conectado a la red eléctrica y gestiona la energía de las placas solares y la de la red.
El funcionamiento es sencillo. Mientras las placas solares fotovoltaicas estén dando energía, el inversor alimentará la vivienda y la energía no consumida de las placas fotovoltaicas la volcará a la red eléctrica. Cuando las placas solares no generen energía, por ejemplo al llegar la noche, el inversor demandará energía de la red eléctrica para alimentar la vivienda.
– Instalaciones fotovoltaicas conectadas a la red con baterías. Este tipo de instalación puede ser muy ventajosa en cuanto al ahorro energético. En este caso, el inversor se puede configurar de varias maneras que dependerá de la necesidad del cliente.
Un ejemplo: Nuestras placas están generando energía y el inversor está alimentando la vivienda. El excedente de energía que generan las placas y que no se consume, se va acumulando en las baterías sin volcarla a la red. El inversor sólo volcará energía a la red eléctrica cuando las baterías estén cargadas al máximo. Llega un momento en que las placas solares no generan energía por ser de noche, y entonces el inversor alimentará a la vivienda con la energía acumulada en las baterías. Si la demanda de la vivienda es superior a lo acumulado en las baterías, el inversor demandará energía de la red eléctrica.
En las instalaciones fotovoltaicas conectadas a la red, con o sin baterías, aunque nuestras placas estén generando corriente eléctrica, en el supuesto en que cayera el suministro eléctrico de la red, el inversor lo detectará, y dejará a la vivienda sin energía. Esta situación está legislada por Ley. Se hace para evitar accidentes. Se supone que si la red cae es porque hay una avería, por lo que habrán operarios para solventarla. Si nuestra instalación fotovoltaica vuelca energía a la red, causaría accidentes a los trabajadores.
Existen alternativas para que en este supuesto la vivienda siga teniendo energía. Por eso es importante cuál es nuestra necesidad, qué tipo de inversor necesitamos o qué aparato de backup se usaría.
El tema no es complejo, pero si optamos por tener una instalación fotovoltaica en casa, deberemos tener en cuenta parámetros importantes y la empresa con la que contratemos deberá presentarnos un estudio en el que queden correctamente reflejados. Cada cliente es distinto a otro por lo que el estudio debe ser personalizado.
Preguntanos sin compromiso.